martes, 29 de noviembre de 2011

Historia del Flamenco.


4.3 Sevilla

Sevilla, y en Sevilla el barrio de Triana, fueron el foco que atrajo a cantaores y bailaores de muy distintas procedencias, pero en especial profesionales de Cádiz y de Jerez, que se asentaron en la ciudad y fundaron las primeras academias de baile y los primeros cafés cantantes. De este modo, muchos de los cantes tenidos por sevillanos son simples derivaciones de los estilos gaditanos. Silverio Franconetti, que bien puede ser considerado como el verdadero creador del género flamenco que hoy conocemos, nació y se formó en Sevilla. De Triana procede su cante más característico, la soleá.





4.5 Madrid y Barcelona

Barcelona, tierra de arribada de trabajadores andaluces y extremeños, es depositaria de una tradición y una personalidad propias. En la larga tradición flamenca de la Ciudad Condal están escritos nombres insustituibles, como el de la bailaora Carmen Amaya, y el desarrollo de un género propio, la rumba. Aunque ya hemos mencionado a algunos, cabe establecer también una cierta progenie, no fisiológica, pero sí real, en los grandes cantaores. Empezando por Enrique el Mellizo y Silverio Franconetti, maestros a su vez de las dos figuras cumbres del arte flamenco: Antonio Chacón y Manuel Torre. El primero engrandeció el cante y dignificó la figura del cantaor; el segundo representa la bohemia visceral y anárquica del género. La cantaora más grande de todos los tiempos es seguramente Pastora Pavón, la Niña de los Peines, discípula de Torre y de Chacón.





5. EL FLAMENCO EN EL SIGLO XX

En la década de 1920 empiezan a desaparecer los cafés cantantes y comienzan las emisiones en radio y las primeras grandes programaciones en teatros. Tras la Guerra Civil española, en la década de 1940, brillan las figuras de Juanito Valderrama, Pepe Marchena, Pepe Pinto, Manolo Caracol y Lola Flores. Llegada la década de 1950, se inició una cierta ‘intelectualización’ del flamenco —quizás porque la autarquía impuesta por la dictadura del general Franco hacía del flamenco el género nacional por excelencia— y también su difusión internacional. A mucho de este intelectualismo de lo popular contribuyó la veneración que despertaba un inmenso cantaor, Antonio Mairena, en cuyo entorno surgió ‘el mairenismo’, compendio neoclásico de buenos modos y nefastos abusos. El mairenismo, y su oposición a cambios y desarrollos no establecidos en un canon ya olvidado por las jóvenes generaciones, ha sido la causa de que algunas de las grandes figuras heterodoxas de los últimos años hayan sufrido mayores dificultades de las necesarias para imponer su propia personalidad. Ejemplo de esto son los guitarristas Paco de Lucía, Tomatito y Manolo Sanlúcar, el bailaor Mario Maya y los cantaores Enrique Morente y Camarón de la Isla.


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